Cuando se empezó a cocer el meollo de las sagas juveniles, las pioneras sembraron las bases del éxito con ciertos elementos, tanto estructurales como de contenido, que se han repetido a lo largo de casi 20 años. Si algo funciona, para qué cambiarlo, dirás. Opino igual, aunque cuando empieza a oler a rancio sería mejor cambiar el rumbo y, no sé, ¿arriesgarse con algo nuevo? Por eso dejé de leer novelas del género, a estas alturas me parecen clónicas unas de otras: mismo narrador, idéntica protagonista, repitiendo secundarios de igual modo que los conflictos… Si bien la parte rica puede venir de la mano de la ambientación, suele quedarse en nada, ya que ese narrador en 1ª persona lo eclipsa todo de tal manera que el escenario se convierte en una cartulina y los secundarios en meros figurantes. ¡Una pena! Pienso que, por subirse al carro del éxito asegurado, Holly Black desperdició la oportunidad de crear una historia épica y con profundidad.
El príncipe cruel recrea un mundo feérico oculto a los humanos y dominado por las intrigas políticas. Lo cierto es que, a pesar de tratarse de hadas, lo que percibí fue un puñado de humanos haciendo cosas de humanos, comportándose como humanos y siendo tan malos como somos los humanos. Eché de menos lo original y especial de ese mundo, ya que según nos quiere hacer ver la autora, el reino feérico es diferentes y mágico. Lo que ocurre es que la diferencia debería ir más allá de las orejas picudas, los cuernos o las pieles de colores raros. Eso sí, qué vestidos tan bonitos y pomposos, se describen al detalle, puntada a puntada.
La historia la cuenta Jude (he tenido que buscar el nombre porque ya no me acordaba), una humana huerfanita con un pasado traumático que vive en un mundo hostil, tan peligroso que puede llegar a ser mortal. Esto lo deja CLARÍSIMO, la autora dedica nada menos que alrededor de 100 páginas, si no más, en retratar la penosa y terrible situación de la protagonista, a la que el resto de hadas de esa especie de ¿instituto? feérico le hacen bullyng todo el rato. ¿Puede haber cliché más rancio?
El problema de los narradores en 1ª persona (además en presente, como éste) es que si te cae mal la protagonista te fastidiará todita la historia. Me sacó de la lectura en más de una ocasión, aunque lo que más me fastidió fue que pretendiera venderme a la protagonista como una mujer empoderada y de aguda astucia cuando se comporta durante todo el libro como una adolescente cabreada con el mundo (como cualquier adolescente) y que además no para de meter la pata y liarla con sus idioteces. La pobre es que no se entera ni del NoDo. Sin embargo, y por arte de magia, en los últimos capítulos se transforma en una superheroína sembrada de buenas ideas y con un planazo que salvará, o no, el futuro del reino.
Tampoco me quiero alargar demasiado, los secundarios están ahí para darle vidilla a lo que nos cuenta Jude y para justificar sus cabreos, salvo el príncipe buenorro (Cáspian, Crispi, Cardan o comosellame) del que, como todos sabemos, acabará enamorándose. Este sí que tiene peso y presencia, una presencia de lo más agraciada y un carácter socarrón y pasota que vuelve locas tanto a lectoras jovenzuelas como a maduritas. A mí, sin embargo, me pareció especialmente interesante la hermana mayor de Jude, ojalá contase ella la historia porque es un personaje mucho más cabal (a pesar de ser una cabra loca) y profundo que ella. Es una pena que sus apariciones sean poco más que anecdóticas (salvo en alguna escena puntual).
Es posible, y dado como acaba el primer libro, que la historia remonte en las siguientes entregas, pero esta que escribe se pregunta si merecerá la pena leerlas. Antes de acabar, he de aclarar la envidia que me da Holly Black por haber sido capaz de mezclar tanto cliché y recursos reciclados (o heredados del género) y crear una saga de tanto éxito. Eso no es tarea fácil, y lo digo sin ironía. Por ello, esta autora se merece un buen aplauso.
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