Adoro los cuentos y éste es absolutamente maravilloso. Supongo que el título os sonará, bien por la novela o por la película de Miyazaki, que a pesar de estar basada en la historia de Diana Wynne Jones tiene un enfoque totalmente diferente a la idea original. Aquí no se le presta tanta importancia a la guerra, lo realmente relevante es la evolución de los personajes principales que a pesar de ser magníficos no se ahonda en ellos más de lo necesario. Por eso empecé hablando de cuentos puesto que esta es una de las principales características de ese tipo de narraciones.
Sophie piensa que su destino ya está escrito y que fracasará en todo debido a que es la mayor de tres hermanas. Se limita a trabajar en la sombrerería que heredó de su padre mientras que sus otras dos hermanas se marchan de casa para labrarse un porvenir mejor. La Bruja del Páramo le lanzará un hechizo que la transformará en una anciana muy mayor y que en realidad será reflejo de su propia actitud. No sólo cambia el aspecto físico de la muchacha sino que también varía su percepción de las cosas, tal como lo haría una persona con tal pila de años a su espalda. Para librarse del encantamiento recurre al Mago Howl, que por contraposición a la actitud derrotista de Sophie se comporta como si fuese el rey de mundo. Ella acabará viviendo en el castillo ambulante del mago y a medida que se desarrollan los acontecimientos se irán uniendo otros tantos personajes, algunos de ellos también embrujados.
La verdadera magia de esta historia que nos habla sobre la amistad, el destino y el amor, la encontré en la naturalidad con la que te transporta a ese mundo donde la magia es tan cotidiana como el hecho de comprar el pan en la panadería de al lado de casa. Cuando un escritor crea una tierra de fantasía donde lo mágico (en este caso) u otros elementos surgidos de la inventiva interactúan con los personajes principales es tremendamente complicado conseguir cierta familiaridad e incluso normalizarlo para que el lector se implique en la historia y no lo vea como algo ajeno, lejano o imposible. Y es que al tiempo que leía El castillo ambulante tuve la sensación de que todo aquello era real: que un castillo se desplazara por las praderas, que desde una misma puerta se pudiera llegar a varios lugares diferentes y hasta que las botas de siete mil leguas podían existir. Por esto ha sido para mí una grata experiencia, El castillo ambulante me ha transmitido su magia a través de las letras y a pesar de que su lectura me duró unas horas estoy convencida de que su encanto permanecerá siempre en algún rinconcito de mi memoria. No dejéis escapar al castillo.
El gatito Baldomero dice:
¡Me ha enamorado!