En Adictos a la Escritura celebramos en El mes del asco, así que si os gustan los relatos de temática gore y asquerosillos no dejéis de pasar por el blog del grupo, que seguro pasaréis un buen rato leyendo (o no tan bueno, según la temática).
Mi relato se titula La gula. En realidad no iba a participar porque como ya sabéis no me sobra el tiempo precisamente, pero ya que se me ocurrió esta idea tan absurda no pude evitar escribirla para martirizaros un rato. Os advierto que es tan malo como una película de Serie B, y que no vale venir a por mí con picas y antorchas si no os gusta. Lo que cuenta es participar, como decía mi abuela cada vez que perdía al parchís.
La gula, de El Bosco
En cuanto se sentó a la mesa se sintió culpable. Sabía que no estaba bien lo que iba a hacer y que incluso había tenido que mentir a Lucía para poder escaquearse de casa sin que ella sospechara. Le habría gustado hacer partícipe al amor de su vida, pero Lucía no lo entendía, hasta le parecía repugnante esa obsesión que dominaba a su marido. Él había luchado contra sus impulsos pero le resultaba imposible, a pesar de que aplacar su ansiedad solamente le perjudicaba.
Miró al ejemplar que tenía delante, estaba inmóvil y casi parecía de cera, pero él sabía que bajo esa apariencia había toda una amalgama de sabores deliciosos y de carne sabrosa. Era un macho bien hermoso, grande y apetitoso. No se demoró más y comenzó con el ritual.
Primero le quitó las extremidades. Lo hizo con cuidado y mano experta, una a una, mientras los dedos se le humedecían y se impregnaban de aquel olor dulzón. Después fue el turno de la cabeza de bigotes largos y antiestéticos -cuestión que no le importaba ya que lo verdaderamente importante estaba dentro-. Cuando la hubo separado lamió la base, deleitándose con el aroma, y después sorbió los fluidos al tiempo que se le escapaba un gimoteo de puro gozo. Al tercer chupetón ya le caía el líquido viscoso por la barbilla pero estaba tan concentrado, y tan extasiado por la oleada de sabores que impregnaban sus papilas, que ni se dio cuenta de que se le manchaba la camisa. Cuando hubo terminado dejó la cabeza aparte y continuó. Ahora tocaba lo más difícil, el premio gordo, tenía que separar la piel de la carne jugosa, con habilidad y tiento si es que no quería que se desperdiciase nada.
¡Oh, sí, ahí estaba! Bajo el primer jirón pudo ver la carne rosada. Continuó tirando de la piel que cubría la masa pulposa, desgarrando, hasta que por fin quedó el cuerpo desnudo; bello y hermoso, exquisito y suculento, era imposible resistirse a algo así. Abrió la boca y, ceremonioso, se lo metió en la boca.
―¡Umm… umm…! ―expresó con delirio mientras masticaba.
―¿Qué, cómo están los langostinos? Son los mejores que tengo ―le dijo el camarero.
―Están deliciosos… ―contestó, relamiendo el jugo de sus dedos―. Lo malo es mi problema con el ácido úrico. Tengo que vigilarlo, o eso mismo dice el médico. Pero qué es la vida sin algún capricho de vez en cuando.
―¡Claro que sí! Tome, a ésta invita la casa ―le dijo el camarero al tiempo que le servía otra cerveza.
―Gracias ―le sonrió, con otra víctima rosada entre los dedos.
Lo malo, se dijo, iba a ser la bronca que le echaría Lucía en cuanto llegase a casa con el olor a langostinos encima. Pero bien merecía la pena.
Ja, ja, muy bueno. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarBesos.
Pues me he partido de risa leyéndolo jeje, iba pensando mientras leía ¿A quién narices se estará comiendo este hombre?...jajaja
ResponderEliminarEstá genial y si que me he aventado unas carcajadas :S
ResponderEliminarBesos!
Genial jaajaja. Yo como gran aficionada a la gamba, me lo olia, jeeje. Además, me he puesto en el lugar de una gamba lectora y me ha parecido un relato de lo más gore jaaajajaj
ResponderEliminarOye que risa!!!
ResponderEliminarGenial el relato, ahora mismo me paso por el blog que dices
Besos
Jajajajajaja, al principio pensaba que era un animal enorme y desagradable para comer (un felino o algo así), no me imaginé que fuese un langostino, jejeje.
ResponderEliminarPor cierto, aprovecho y te lo digo por aquí, que se me ha olvidado mandarte un email. En octubre empiezo un curso de correctora de unos meses en el Aula de escritores de Barcelona, espero aprender mucho, jejeje. ¡Ya te contaré!
Me engañaste totalmente!Creí que se devoraba a un hombre crudo pero me lleve la sorpresa!! Buen relato!! Besitos!
ResponderEliminarMuy original, da pie a todo tipo de imaginación menos a que la víctima sea un langostino¡¡ jaja.Enhorabuena
ResponderEliminarMuy bueno, yo me olí lo de la gamba pero esta genial. Me gustó, muy fluido.
ResponderEliminarRubenson
Jajajaaj buenísimo! Ya estaba yo temiendo lo peor, que no soy muy de gore, pero tu relato ha sido buenísimo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Muy bueno, me engañaste, me imaginé un hombre enorme con bigotes antiguos, jajaja
ResponderEliminarJajaja, casi que lo estaba viendo desde que empezó.
ResponderEliminarLa verdad es que hay personas que comiendo los langostinos organizan una auténtica sesión gore como la que describes. Entre ellas, yo xD por eso los evito.
¡Un besote!
jajajaja muy bueno!
ResponderEliminarNo me lo esperaba ya estaba yo pensando en un roedor xDDD
Un beso!
jajaja me ha encantado. Me ha sorprendido el final, creo que más de uno aquí tenemos la mente demasiado loca, y más aún con la temática establecida xD aunque como dicen por allí, un langostino lo pasaría mal con este relato.
ResponderEliminarLaura: Pues te felicito por tu manera de encender la imaginación del lector y dejar al final un inesperado suspiro de alivio.
ResponderEliminarHay un detallito que yo corregiría, donde dices:"Abrió la boca y, ceremonioso, se lo metió en la boca" Yo pondría "y ceremoniosamente lo deglutió"
Con cariño: Doña Ku
¡Hola! Jaja, ha sido un relato genial, yo pense mal al principio... pero al final quede aún más sorprendida.
ResponderEliminarSi yo fuera langostino me hubiera parecido muy gore. Aún así, como chascarrillo, no está mal.
ResponderEliminarSaludos
ibso
Jajaja!! Genial tu ingenio!!
ResponderEliminarNos dabas una pista diciendo que era una idea absurda, pero aun asi, el remato tiene enganche y muuucha chicha (aunque sea la del langostino ;)
Muack!
Jajajaja
ResponderEliminar¡Yo juraba que estaba comiéndose a una persona!
Muy interesante tu relato.
Saludos
Jajjjajjja. Me ha encantado!!!! Enhorabuena!!! Engatusas nuestra mente magistralmente!!
ResponderEliminarHola Laura
He llegado hasta ti a través de Adictos a la escritura y... ¡me quedo!
Besito
Ah!! por cierto Laura!! me ha gustado tanto que, con tu permiso, difundo ;D
ResponderEliminarhttp://www.facebook.com/Anuca.IdeasPalabras
Un besin
xDDD me encanta cómo imaginasteis todos el gore oye. Al final, tanto miedo le tenía, y estoy sorprendiéndome de lo que puede ocurrirse a todos para salir por la tangente :P (me recordó al relato de Einyel por la temática xD) no me imaginaba que fuese un langostino, por lo de rosado supongo xD ahí me pillaste :P buen relato. bs
ResponderEliminarSi es que tienes razón, comer langostinos es un espectáculo de lo más gore. Jejej Y cuando se ponen a sucionarle los seso... Una cena para mayores de 18 ajaja.
ResponderEliminar;)
Me ha gustado muchisimo, inquietante en un pricipio me ha hecho sonreir al final, una almagama de sensciones.
ResponderEliminarGracias
¡No esperaba menos de ti! Aunque no sabía quien sería la víctima. ¿Qué, por ser menos gente es menos cruel? Ningún langostino en el mundo lo verá de ese modo.
ResponderEliminar¡Hola, hola!
ResponderEliminarPues si que me dio asco en un comienzo, pero es que, vamos, soy taaaaan mal pensada... que bueno XD
Gracias por tu relato, está bien escrito y sobre todo (y en mi caso) cumplió con su función :)
Saludos y ¡hasta el siguiente ejercicio!