15 ago 2011

¡Cómo está Marbella!


Ahh… el verano, qué fantástica estación; con su calor insoportable, la inevitable flojera de la siesta, las gastroenteritis y la ausencia de los Ferrero Rocher. Así y todo cuando uno escucha ¡vacaciones! se le encienden los ojillos del gusto y ya empieza a pensar con el chip del tinto de verano, aunque en la mayoría de los casos toda esa impaciencia se acabe traduciendo en caravanas kilométricas y masificación costera. ¿Tanto gusta la playa para que la gente acabe yendo al mismo sitio? La verdad es que no sé qué tendrá de especial tener que saltar por encima de la manta humana que se dora al sol, tendidos en la arena cual alfombrillas, o aguantar la vara de la sombrilla del vecino, que al no haber ni un cachito libre de suelo se decide por plantarla en mitad de tus piernas… Por eso yo prefiero la sierra y esos maravillosos pueblecitos de menos de 500 habitantes, donde lo más que hay que hacer es sentarse en la puerta de tu casa al fresquito y ver pasar a los pocos vecinos que haya. Eso sí es descanso.

Tanta tranquilidad puede tener su contrapunto, y por eso no me he podido resistir a publicar este post, que ha sido fruto del exceso de ociosidad. Y es que se os echa de menos. ¡Mentirosa! Pues no estás a gusto ni nada mirando todo el día las musarañas, remojándote de vez en cuando en la piscina y tomándote las cervecitas de rigor. Con tanto ajetreo no me da tiempo ni de acordarme de mi gato, que por cierto el otro día se me escapó y qué Odisea pasé para rescatarlo del corral del vecino. ¡Habrase visto gato más mal educado! Si le llamas no sólo no viene sino que te ignora a propósito, y más si está encima de un tejado que explorar. La historia tuvo un final feliz, bueno, regulín si tenemos en cuenta que me herí un pie y mi gato fue directo al baño. Pero eso son males menores…

Lo bueno no dura mucho y el meridiano de las vacaciones ya ha llegado, nos queda poquito de disfrute y dentro de un par de semanas escasas me veré obligada a volver a la rutina de la generación maldita. Sí, la generación maldita, y es que no se me ocurre otra manera de referirme a los jóvenes de edad casadera como yo, a los que nos espera un futuro más negro que los sobacos de un grillo. Ya que existe la generación NINI, al resto de jóvenes que sí queremos trabajar y tener una vida digna nos podrían llamar la generación SIN (SIN trabajo, SIN casa, SIN futuro y SIN “ná”).

Pero no nos deprimamos antes de tiempo, que todavía quedan unos días para que llegue septiembre y nos arroje a la cara un cubo de fría realidad. De momento, los afortunados con tiempo libre (aunque sea obligado), que disfruten cuanto puedan estén donde estén, para coger fuerzas y poder enfrentarnos al resto del año.

Nos leemos próximamente, mis queridos kalianos. Y si quieren un buen consejo, usen el after sun después de tomar el sol, así evitaréis pellejillos indeseados.

5 comentarios:

  1. qué envidia... yo ya empiezo a trabajar...

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  2. Yo tambien empiezo mañana a currar y hoy intentare empezar a ponerme al dia con muchas cosas...

    Yo tambien prefiero la tranquilidad de la sierra a la playa, y soy mas de piscina que de playa pero es que la vista no es la misma... en fin ... que espero que en breve vuelvas a formar parte de ese grupo de gente que esta hasta los webos de trabajar.

    Un abrazo y felicidades tambien por aqui.

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  3. Mi querida emperatriz kaliana, Marbella te voy a decir yo qué es lo que tiene. Poca vergüenza y mucho desmadre. Es decir, una oferta irresistible para multitud de parásitos que no respetan ni a su madre, que efectivamente, ponen la sombrilla en el ojo del vecino, dan patadas a la pelota y manchan de arena la comida del que está a escasos 2 metros, de gente que deja el coche en medio de la calle, así, y cuando se dan cuentan que tienen una cola de coches a los que ya no le funcionan el claxo, preguntan ¿molesto? Yo que vivo aquí, puedo dar fé de esto. Y no tengo vacaciones, que visto como está el patio, es un honor, pero sí sé de una playa, solitaria que visito algunas tardes, está solitaria porque el agua tiene más piedras que las pirámides de Egipto, pero es un sitio tranquilo, donde la lectura y algo de natación con cuidado donde pisas, es todo un deleite. Quizá por eso mi sueño es perderme en alguna aldea abandonada de mi querida Galicia, y trabajar sembrando patatas, como mi abuelo. Perderé el privilegio de tener un trabajo estable, pero ganaré mucho más en salud y calidad de vida.

    Un beso Laura, y que esa actividad laboral se prolongue hasta que digas que estás harta de los madrugones y del jefe.

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  4. Ojalá pudiera decir también eso de la semana que viene empiezo a currar, que prefiero mil veces quejarme de lo chunga que es la vida del currito a tener que lamentarme de la vida del parado.

    Déborah ya mismo nos vemos otra vez por adictos, que después de coger fuerzas durante este mes tengo muchas ganas de hacer cosas allí.

    Kin dentro de nada me tendrás dando la brasa otra vez por tu blog.

    Y Juanjo, de Marbella que voy a contarte que no sepas jajaja. Lo de las piedras no es impedimento que para eso están las zapatillas de goma.

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  5. Creo que yo también pertenezco a esa generación. ¡Válgame el cielo! y yo pensando que molaba por haber crecido con Salvados por la campana...

    Un besote ^^

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