Aunque vengo con un día de retraso al final pude sacar tiempo para participar en el ejercicio de este mes del grupo adictos a la escritura. El ejercicio se titulaba retorciendo al monstruo, y se trataba de hacer un relato sobre un personaje mitológico o fantástico pero aportando una visión diferente a su condición. Resultó elegido el demonio así que el relato que escribí va sobre un demonio que se llama Gino. Os dejo con el relato y espero que no os disguste mucho porque la verdad es que no tuve mucho tiempo para dedicarle.
Oposiciones demoníacas
Gino entró en la sala donde se celebraría el examen en breve, estaba tremendamente nervioso e inquieto. Había pasado el último año preparándose pero en aquel momento tenía la sensación de haber olvidado hasta la última lección que se estudió.
Observó al resto de candidatos y aquello sólo consiguió desalentarle más todavía. En la primera fila había un tipo de unos dos metros de alto, con la espalda peluda tan ancha como un armario, de piel roja y unos cuernos negros pulidos y brillantes que le coronaban la demoníaca cabeza. Gino no podía competir con la aterradora apariencia de aquel demonio pues él era tremendamente delgado, bajito y su piel más que roja era de un tono rosado, casi enfermizo. Y sus cuernos... prefería no pensar en ellos, aquellos dos apéndices eran dos agujas clavadas en su frente. Pero al fin y al cabo lo que contaba para conseguir una buena plaza y un mejor destino era la nota final del examen. De modo que se sentó en su pupitre dispuesto a hacer que su madre se sintiese orgullosa de él.
El profesor que vigilaba alzó los tres brazos y comenzó el tiempo para el examen.
Gino le dio la vuelta a la hoja y leyó la primera pregunta:
1. Si usted se encuentra con una ancianita que está al borde de una carretera para cruzarla, ¿cuál sería su actuación?
a-Ayudaría a la ancianita a cruzar cuando el muñeco del semáforo se ponga en verde.
b-Empujaría a la ancianita a la calzada antes de que el muñeco del semáforo se ponga en verde.
c-Lanzaría a la ancianita contra el primer vehículo que pasase, antes de que el muñeco del semáforo se ponga en verde.
d-Empujaría a la ancianita a la calzada y además trucaría el semáforo para que hubiese una colisión múltiple entre varios vehículos, a ser posible con alguna explosión.
Gino se rascó la barbilla pensativo y apurado. «Diantres, la primera pregunta es justo sobre el tema que no estudié: la vejez. A ver... la respuesta b me parece muy malvada, pero la c también lo es... Es que todas son tan parecidas, seguro que lo hacen a posta para que fallemos... Elegiré la b, sí la b... aunque la d tampoco está mal. Conchiles, tengo que pensar algo malvado, sé malo Gino, sé demoníaco...» —pensó. Por suerte la siguiente pregunta era sobre un tema que sí controlaba: el maltrato en los animales.
Consumió las tres horas de margen que duraba el examen y cuando salió de la sala estaba agotado y muy deprimido. Por suerte no hubo que esperar demasiado para saber los resultados, la hoja con las calificaciones apareció en el tablón con rayos de electricidad. Una tropa de engendros demoníacos se precipitó sobre el tablón y a Gino le dejaron atrás, en la última fila. Intentó divisar la lista de notas pero por más que saltaba el resto de candidatos eran mucho más altos y corpulentos que él así que no le quedó más remedio que esperar.
El tipo de los cuernos impresionantes soltó una carcajada que hasta le hizo que le temblasen las rodillas, era muy terrorífico, tanto que había sacado la puntuación más alta y su destino sería la ciudad de Nueva York. «Qué suerte, en una ciudad tan enorme se pueden hacer muchas maldades». Justo al tiempo que pensaba sobre esto el tipo estalló en llamaradas y desapareció, ya que la incorporación de los nuevos funcionarios era inmediata. Así se sucedía la misma escena conforme los candidatos comprobaban su nota y conocían su nuevo destino. “Puf, puf, puf” uno tras otro desaparecían convertidos en llamaradas y por fin le tocó el turno a Gino.
Las manos le empezaron a sudar cuando se acercó al tablón y encontró su nombre junto al que rezaba: “Aprobado: 5,3 puntos. Destino: Villa Carnero – Habitantes: 105”.
Gino dio un salto de alegría. ¡¡Lo había conseguido!! ¡Había aprobado el examen y ya era oficialmente funcionario del Infierno! Los ojillos negros le brillaron de alegría al tiempo que se desvanecía, pero en lugar de llamaradas sólo deprendió unas cuantas chispitas como si fuese una bengala. Y así fue como puso rumbo a su nuevo destino donde haría todo tipo de maldades y fechorías (o al menos lo intentaría). Villa Carnero ya tenía un nuevo demonio, el gran Gino.
Oposiciones demoníacas
Gino entró en la sala donde se celebraría el examen en breve, estaba tremendamente nervioso e inquieto. Había pasado el último año preparándose pero en aquel momento tenía la sensación de haber olvidado hasta la última lección que se estudió.
Observó al resto de candidatos y aquello sólo consiguió desalentarle más todavía. En la primera fila había un tipo de unos dos metros de alto, con la espalda peluda tan ancha como un armario, de piel roja y unos cuernos negros pulidos y brillantes que le coronaban la demoníaca cabeza. Gino no podía competir con la aterradora apariencia de aquel demonio pues él era tremendamente delgado, bajito y su piel más que roja era de un tono rosado, casi enfermizo. Y sus cuernos... prefería no pensar en ellos, aquellos dos apéndices eran dos agujas clavadas en su frente. Pero al fin y al cabo lo que contaba para conseguir una buena plaza y un mejor destino era la nota final del examen. De modo que se sentó en su pupitre dispuesto a hacer que su madre se sintiese orgullosa de él.
El profesor que vigilaba alzó los tres brazos y comenzó el tiempo para el examen.
Gino le dio la vuelta a la hoja y leyó la primera pregunta:
1. Si usted se encuentra con una ancianita que está al borde de una carretera para cruzarla, ¿cuál sería su actuación?
a-Ayudaría a la ancianita a cruzar cuando el muñeco del semáforo se ponga en verde.
b-Empujaría a la ancianita a la calzada antes de que el muñeco del semáforo se ponga en verde.
c-Lanzaría a la ancianita contra el primer vehículo que pasase, antes de que el muñeco del semáforo se ponga en verde.
d-Empujaría a la ancianita a la calzada y además trucaría el semáforo para que hubiese una colisión múltiple entre varios vehículos, a ser posible con alguna explosión.
Gino se rascó la barbilla pensativo y apurado. «Diantres, la primera pregunta es justo sobre el tema que no estudié: la vejez. A ver... la respuesta b me parece muy malvada, pero la c también lo es... Es que todas son tan parecidas, seguro que lo hacen a posta para que fallemos... Elegiré la b, sí la b... aunque la d tampoco está mal. Conchiles, tengo que pensar algo malvado, sé malo Gino, sé demoníaco...» —pensó. Por suerte la siguiente pregunta era sobre un tema que sí controlaba: el maltrato en los animales.
Consumió las tres horas de margen que duraba el examen y cuando salió de la sala estaba agotado y muy deprimido. Por suerte no hubo que esperar demasiado para saber los resultados, la hoja con las calificaciones apareció en el tablón con rayos de electricidad. Una tropa de engendros demoníacos se precipitó sobre el tablón y a Gino le dejaron atrás, en la última fila. Intentó divisar la lista de notas pero por más que saltaba el resto de candidatos eran mucho más altos y corpulentos que él así que no le quedó más remedio que esperar.
El tipo de los cuernos impresionantes soltó una carcajada que hasta le hizo que le temblasen las rodillas, era muy terrorífico, tanto que había sacado la puntuación más alta y su destino sería la ciudad de Nueva York. «Qué suerte, en una ciudad tan enorme se pueden hacer muchas maldades». Justo al tiempo que pensaba sobre esto el tipo estalló en llamaradas y desapareció, ya que la incorporación de los nuevos funcionarios era inmediata. Así se sucedía la misma escena conforme los candidatos comprobaban su nota y conocían su nuevo destino. “Puf, puf, puf” uno tras otro desaparecían convertidos en llamaradas y por fin le tocó el turno a Gino.
Las manos le empezaron a sudar cuando se acercó al tablón y encontró su nombre junto al que rezaba: “Aprobado: 5,3 puntos. Destino: Villa Carnero – Habitantes: 105”.
Gino dio un salto de alegría. ¡¡Lo había conseguido!! ¡Había aprobado el examen y ya era oficialmente funcionario del Infierno! Los ojillos negros le brillaron de alegría al tiempo que se desvanecía, pero en lugar de llamaradas sólo deprendió unas cuantas chispitas como si fuese una bengala. Y así fue como puso rumbo a su nuevo destino donde haría todo tipo de maldades y fechorías (o al menos lo intentaría). Villa Carnero ya tenía un nuevo demonio, el gran Gino.
Espero que consigas la aprobación de las administradoras para que quedes incluída en el proyecto, Laura ;-)
ResponderEliminarMe gustó mucho tu cuento. Me encantan los personajes que creas, todos son muy simpáticos, sin importar su naturaleza.
Tu cuento no desagrada, empezando porque está muy bien escrito y terminando porque es una historia muy original.
Besos!
JEJEJE m ha encantado la pregunta de test de la viejecita y el enfoque que le has dado a la narración, está genial! UN personaje muy divertido y adorable, a pesar de ser "malvado". Besos guapa
ResponderEliminarJajajaja... aun no he dejado de reír... pobres 105 habitantes de Villa Carnero, todo un demonio con chispitas de fuego incluidas que se llevan:D
ResponderEliminarMe gustó muchíiiiiisimo, una pasada:D
kisses querida Laura:D
HOla guapa, ha sido un relato muy original. A mí al final no me dio tiempo a prepararlo, que pena, con las ganas que tenía. Un besote
ResponderEliminarYA te lo he dicho por FAcebook, pero me reitero muy bueno
ResponderEliminarjá, pobre demonio, me da a mí que los habitantes de villa Carnero no lo van a pasar muy mal... aunque seguro que lo intenta.
ResponderEliminarQuerida Laura...
ResponderEliminarHay algo para ti en el blog...
Pásate:D
http://deseoyoscuridad.blogspot.com/
Kisses:D