Hoy os traigo un clásico de la literatura hispanoamericana, que si bien no lo habéis leído todavía al menos os sonará, o eso espero. Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez, escritor colombiano galardonado con el Premio Novel de Literatura.
Normalmente entre fantasía, ciencia ficción y terror, intento picotear en otros géneros, y por supuesto los clásicos. Éste libro lo conseguí por casualidad, haciendo una redada literaria entre el material de mi lectora madre. Entre los libros requisados encontré un ejemplar nuevecito, envuelto y todo, de Cien años de soledad (que conste que estaba envuelto porque al parecer lo tenía repe). Así que me lo agencié hace unos meses y llegado su turno, porque por aquí el orden de lectura va por turnos como la consulta del médico, me lo he ventilado en un pispas. Además ha sido un pispas muy productivo porque he aprendido muchísimas cosas leyendo a este maestro de la literatura.
La historia abarca algo más de un siglo y nos relata el devenir de la familia Buendía entre incestos, pasión, locura... Durante siete generaciones de “Buendías”, el autor retrata la vida misma, aunque me quedo con ese espejo perfecto de la soledad (que es uno de los temas centrales), de esa realidad que todos hemos sentido alguna vez.
Los hechos se suceden en Macondo, un pueblecito que fue fundado por el patriarca de los Buendía, José Arcadio Buendía, junto con otros tantos que le siguieron. La historia de Macondo se desarrolla en paralelo a las vivencias de la familia desde su fundación, las visitas de Melquíades el gitano con sus inventos asombrosos, el ferrocarril, la electricidad, hasta caer en la decadencia de la dejadez y el olvido.
La violencia, innata en el ser humano, estalla al mismo tiempo que el conflicto entre liberales y conservadores (con lo que se puede emplazar los hechos entre mediados del siglo XIX y el XX). La guerra y sus consecuencias ocuparán un buen trecho en la vida de los Buendía. Pero no todo son desgracias, la magia y los hechos inverosímiles y fantásticos están presentes, también hay escenas tanto divertidas como inesperadas. Algunas son una auténtica delicia, como el final (o principio) de Remedios la bella, que no desvelaré. Creo que ha sido una de esas escenas que se quedan grabadas para siempre.
La narración es en tercera persona, pero se trata de un narrador que relata los hechos sin aportar impresiones o juicios, es decir, totalmente objetivo. El resultado, para que me entiendan, es como si asomásemos la cabecita por la ventana de los Buendía y pudiésemos observar de primera mano lo que ocurre allí dentro. De hecho relata con tal naturalidad que hasta los hechos más desconcertantes podrían parecer normales.
Aunque también he de añadir mi propia impresión de la obra. Más que una novela me quedé con la sensación de haber leído una sucesión de relatos magistralmente enlazados. Las transiciones entre personajes fluyen de manera prodigiosa e incluso en ocasiones no te das ni cuenta de que “la cámara cambió de personaje”.
Y un consejito de lectura, si se aventuran a leer Cien años de soledad, tengan el árbol genealógico familiar a mano porque las sucesivas generaciones de Buendía heredarán, no sólo esa predisposición genética a las tragedias, sino los nombres de pila. Como todos vienen a llamarse igual es muy fácil perderse entre los personajes y no saber quién es hijo de quién, sobrino de cual o nieto de.
Si no lo has leído ¿a qué esperas? Cien años de soledad, una lectura obligada con la que disfrutarás cada una de sus letras.
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Normalmente entre fantasía, ciencia ficción y terror, intento picotear en otros géneros, y por supuesto los clásicos. Éste libro lo conseguí por casualidad, haciendo una redada literaria entre el material de mi lectora madre. Entre los libros requisados encontré un ejemplar nuevecito, envuelto y todo, de Cien años de soledad (que conste que estaba envuelto porque al parecer lo tenía repe). Así que me lo agencié hace unos meses y llegado su turno, porque por aquí el orden de lectura va por turnos como la consulta del médico, me lo he ventilado en un pispas. Además ha sido un pispas muy productivo porque he aprendido muchísimas cosas leyendo a este maestro de la literatura.
La historia abarca algo más de un siglo y nos relata el devenir de la familia Buendía entre incestos, pasión, locura... Durante siete generaciones de “Buendías”, el autor retrata la vida misma, aunque me quedo con ese espejo perfecto de la soledad (que es uno de los temas centrales), de esa realidad que todos hemos sentido alguna vez.
Los hechos se suceden en Macondo, un pueblecito que fue fundado por el patriarca de los Buendía, José Arcadio Buendía, junto con otros tantos que le siguieron. La historia de Macondo se desarrolla en paralelo a las vivencias de la familia desde su fundación, las visitas de Melquíades el gitano con sus inventos asombrosos, el ferrocarril, la electricidad, hasta caer en la decadencia de la dejadez y el olvido.
La violencia, innata en el ser humano, estalla al mismo tiempo que el conflicto entre liberales y conservadores (con lo que se puede emplazar los hechos entre mediados del siglo XIX y el XX). La guerra y sus consecuencias ocuparán un buen trecho en la vida de los Buendía. Pero no todo son desgracias, la magia y los hechos inverosímiles y fantásticos están presentes, también hay escenas tanto divertidas como inesperadas. Algunas son una auténtica delicia, como el final (o principio) de Remedios la bella, que no desvelaré. Creo que ha sido una de esas escenas que se quedan grabadas para siempre.
La narración es en tercera persona, pero se trata de un narrador que relata los hechos sin aportar impresiones o juicios, es decir, totalmente objetivo. El resultado, para que me entiendan, es como si asomásemos la cabecita por la ventana de los Buendía y pudiésemos observar de primera mano lo que ocurre allí dentro. De hecho relata con tal naturalidad que hasta los hechos más desconcertantes podrían parecer normales.
Aunque también he de añadir mi propia impresión de la obra. Más que una novela me quedé con la sensación de haber leído una sucesión de relatos magistralmente enlazados. Las transiciones entre personajes fluyen de manera prodigiosa e incluso en ocasiones no te das ni cuenta de que “la cámara cambió de personaje”.
Y un consejito de lectura, si se aventuran a leer Cien años de soledad, tengan el árbol genealógico familiar a mano porque las sucesivas generaciones de Buendía heredarán, no sólo esa predisposición genética a las tragedias, sino los nombres de pila. Como todos vienen a llamarse igual es muy fácil perderse entre los personajes y no saber quién es hijo de quién, sobrino de cual o nieto de.
Si no lo has leído ¿a qué esperas? Cien años de soledad, una lectura obligada con la que disfrutarás cada una de sus letras.
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Eso digo yo, a qué demonios espero para leerlo >.<
ResponderEliminarNisa a mi me ha gustado, aunque no sea de mi estilo, además me lo he ventilado en nada de tiempo porque es una lectura muy cómoda.
ResponderEliminarya lo he leido, orgullosa de ser colombiana :D
ResponderEliminarsiempre he querido leerlo. ¿cómo es posible que mis padres no lo tengan? arg! Me tocará comprar XD
ResponderEliminarLiz, desde luego el libro es una obra maestra :)
ResponderEliminarDorianne pues estate atenta a los coleccionables que salen ahora porque el libro que yo tengo creo que no costó más de 1€ y además venía con otro XD