22 oct 2024

Para leer: Carmilla, de Sheridan Le Fanu

Dado el mes que estamos, ya sabes, que si spopky season, Halloween, el Día de Todos los Santos, el Día de los Muertos (o como lo quieras llamar), le estoy dando caña a mi lista de pendientes de terror. Ya han caído un par de novelas; una de ellas, Carmilla. Se trata de un relato que se lee de una sentada, publicado allá por 1872. Se la considera una de las primeras novelas de vampiros y precursora del género, también semilla de la NOVELA DE VAMPIROS por excelencia, Drácula. Un dato curioso es que Le Fanu se basó, para crear a su Carmilla, en la figura de Isabel Báthory (más conocida como la Condesa Sangrienta), personaje histórico del que hablé hace poco a cuenta de una preciosa edición dedicada a la condesa, de la pluma de Alejandra Pizarnik e ilustrada por Santiago Caruso (si quieres leer la reseña pincha AQUÍ).

Es Laura, la protagonista, quien narra los acontecimientos, una joven que vive con su padre y el servicio doméstico en un castillo aislado de todo. La vida monótona y aburrida de Laura da un giro cuando una noche, tras el accidente de un carruaje a las puertas de su casa, se verán en el compromiso de acoger a una invitada inesperada, un tanto rarita y con unas costumbres extravagantes y extrañas. Enseguida entabla una profunda amistad con su invitada, que resulta ser una mujer muy hermosa y seductora.

Hay un componente sáfico importante y nada disimulado en Carmilla, algo que me ha sorprendido (para bien) dada la época en la que se editó. Supongo que en aquel momento fue una obra escandalosa, transgresora y atrevida (bien por Le Fanu). 

Nada más aparecer Carmilla empiezan a ocurrir cosas extrañas, como te podrás imaginar, a la vez que la salud de Laura se va deteriorando. Sigue pues una estructura que podríamos llamar clásica, hasta el desenlace, de no ser porque Le Fanu fue un pionero. En cualquier caso, se trata de una lectura intrigante y oscura, cuya narradora te hace partícipe de su propio terror y confusión.

Merece mucho la pena leer este clásico y si además consigues una edición tan PRECIOSA como la mía (ilustrada por Antonio Lorente), doblemente recomendable. Es un libro bonito por dentro y por fuera.

 

El gatito Baldomero dice:

¡Me encantó! Tienes que leerla.

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