Tengo la impresión de que están apostando fuerte por Grady Hendrix, al menos estoy encontrando Cómo vender una casa encantada por todas partes. Quizás la intención sea dar un empujoncito al género de terror para reavivarlo, si te fijas, su presencia es casi inexistente en librerías, ferias o eventos. Y no, las novelas sobre asesinatos no son novelas de terror por mucho que tu librero se empeñe. He picado con ella, como no, es complicado resistirse a semejante bombardeo, y lo cierto es que me alegro de haberlo hecho. Hendrix tiene cierto regustillo al Stephen King más clásico, con tintes irónicos y cierta dosis de humor hegro. Al igual que ocurre con el maestro del terror, Hendrix es todo un especialista en generar intriga y expectación, aparte de hilar su historia de tal manera que te engancha desde la primera página.
La premisa es bien sencilla. Los padres de la protagonista mueren en un accidente y se ve obligada a regresar a su antiguo hogar, el cual no pisaba desde hacía mucho. Para más inri se lleva fatal con su hermano, un egoísta de tomo y lomo, inmaduro, infantil y algo cabeza loca. Todo ello aderezado con una herencia que traerá cola y que es, si cabe, más terrorífica que todo lo que viene después. Lo pasé fatal durante el inicio de la historia al imaginarme con semejante marrón. Si el infierno existe, seguro que está lleno de gestiones burocráticas y legales en lugar de llamas. El hermano locatis hereda todos los bienes familiares, pero con una salvedad, que ella se haga cargo de las obras de arte de su madre; una mujer que ha dedicado toda su vida a crear títeres, sobre todo, pinturas y todo lo artesanal que te puedas imaginar.
El componente paranormal viene de la mano de uno de esos títeres, lo que supone una visión muy clásica del género “muñecos poseídos y un pelín psicópatas”. A decir verdad, me gustó más el primer tramo dedicado a la relación entre hermanos, recuerdos familiares y el dilema de la herencia, quizás porque dentro del género, las historias que menos me llaman la atención son las dedicadas a muñecos diabólicos o muñecas poseídas, como la archiconocida “Anabel”. Aun así no deja de ser interesante, y sobre todo intrigante. Poco a poco se va desvelando ese pasado oscuro y olvidado de la familia, en el que el títere maldito tuvo mucho que ver.
La parte final es un despiporre la mar de divertido, con carreras desesperadas, posesiones por todas partes e incluso alguna amputación. Disfruté mucho de la historia, pese a que las escenas de acción me parecieron demasiado pesadas por lo extenso y descriptivo.
Si te gusta el género, y espero que sí, te la recomiendo mucho. Habrá que estar atentos a este autor y ver si por fin resurge el género en librerías, que ya va siendo hora.
El Gatito Baldomero dice:
No hay comentarios:
Publicar un comentario