Es difícil explicar la huella que me ha dejado la lectura de Nación. Es una historia difícil de resumir, porque es de esas novelas que puedes exprimir cualquiera de sus páginas y sacar mucho más que palabras.
Los seguidores del Maestro, que llevamos años leyendo sus historias, nos hemos empapado del Mundodisco sobre todo, de ese mundo plano, que viaja por el espacio sobre 4 elefantes y a lomos de una tortuga gigante. El Mundodisco es un mundo lleno de magia y de personajes entre extraordinarios y pintorescos. Pero Nación no habla sobre el Mundodisco, sino sobre un Mundobola, y aquí la cosa cambia. La realidad te pega de lleno y nos trae la presencia constante de Locaha, de la muerte.
Nación nos cuenta la historia de Mau, un niño que está a punto de convertirse en hombre, y que vive con su tribu en la Nación, una isla tropical. Pero ocurre una terrible desgracia, una gran ola (un tsunami), arrolla las islas arrasándolas. Cuando Mau vuelve a su casa ya no queda nada, la Nación ha desaparecido y lo único que quedó es el desastre tras la ola. El poblado quedó destrozado y centenares de cadáveres se dispersan por cada rincón, en cada árbol, nadie ha sobrevivido a la ola. Pero no está solo en la isla, la Sweet Judy (un galeón inglés) ha quedado varado en la laguna con un par de supervivientes; una chica calzones y un loro. Imaginad el panorama cuando se cruzan sus caminos, ¿de qué forma podrían comunicarse? La mímica ayuda lo suyo, y hasta los dibujos, aunque no siempre son interpretados como deberían.
Mau, el “niño demonio” se encuentra con un gran dilema. Ahora, junto con Daphne, tiene que reconstruir la Nación pero, ¿qué pasa con todas esas preguntas sin respuesta? ¿por qué ha de mantener las costumbres que se empeñan en imponerle los Ancestros? Por que a Mau le hablan los Ancestros, y son tremendamente pesados. Por su parte Daphne, de tan noble cuna que si unas ciento y pico de personas muriesen llegaría a ser reina, se esfuerza por Mantener unos Mínimos, costumbre también auto impuesta por su estricta educación de señorita, y por una abuela demasiado recta.
Con el tiempo comienzan a llegar supervivientes de otras islas a la Nación, y poco a poco la tribu va creciendo; con esposas viudas, hijos huérfanos o simplemente gente perdida y sin rumbo. Todo esto contado con el tono indiscutible de Pratchett, un estilo que te invita a seguir leyendo por más que se te cansen los ojos.
Os trascribo un párrafo con el que podréis haceros una idea de todo lo que encierra esta novela:
“Le doy miedo –pensó Mau-. No le he atacado, ni siquiera le he levantado la mano. Tan sólo he intentado que pensase de forma distinta, y ahora tiene miedo. De pensar. Es mágico”.
Nación es una historia muy real, que a mi me ha parecido tremendamente triste, a pesar de que en más de una ocasión me arrancó una sonrisa. Una historia preciosa, escrita por un gran Maestro. Una vez más me ha cautivado el señor del Sombrero.
Los seguidores del Maestro, que llevamos años leyendo sus historias, nos hemos empapado del Mundodisco sobre todo, de ese mundo plano, que viaja por el espacio sobre 4 elefantes y a lomos de una tortuga gigante. El Mundodisco es un mundo lleno de magia y de personajes entre extraordinarios y pintorescos. Pero Nación no habla sobre el Mundodisco, sino sobre un Mundobola, y aquí la cosa cambia. La realidad te pega de lleno y nos trae la presencia constante de Locaha, de la muerte.
Nación nos cuenta la historia de Mau, un niño que está a punto de convertirse en hombre, y que vive con su tribu en la Nación, una isla tropical. Pero ocurre una terrible desgracia, una gran ola (un tsunami), arrolla las islas arrasándolas. Cuando Mau vuelve a su casa ya no queda nada, la Nación ha desaparecido y lo único que quedó es el desastre tras la ola. El poblado quedó destrozado y centenares de cadáveres se dispersan por cada rincón, en cada árbol, nadie ha sobrevivido a la ola. Pero no está solo en la isla, la Sweet Judy (un galeón inglés) ha quedado varado en la laguna con un par de supervivientes; una chica calzones y un loro. Imaginad el panorama cuando se cruzan sus caminos, ¿de qué forma podrían comunicarse? La mímica ayuda lo suyo, y hasta los dibujos, aunque no siempre son interpretados como deberían.
Mau, el “niño demonio” se encuentra con un gran dilema. Ahora, junto con Daphne, tiene que reconstruir la Nación pero, ¿qué pasa con todas esas preguntas sin respuesta? ¿por qué ha de mantener las costumbres que se empeñan en imponerle los Ancestros? Por que a Mau le hablan los Ancestros, y son tremendamente pesados. Por su parte Daphne, de tan noble cuna que si unas ciento y pico de personas muriesen llegaría a ser reina, se esfuerza por Mantener unos Mínimos, costumbre también auto impuesta por su estricta educación de señorita, y por una abuela demasiado recta.
Con el tiempo comienzan a llegar supervivientes de otras islas a la Nación, y poco a poco la tribu va creciendo; con esposas viudas, hijos huérfanos o simplemente gente perdida y sin rumbo. Todo esto contado con el tono indiscutible de Pratchett, un estilo que te invita a seguir leyendo por más que se te cansen los ojos.
Os trascribo un párrafo con el que podréis haceros una idea de todo lo que encierra esta novela:
“Le doy miedo –pensó Mau-. No le he atacado, ni siquiera le he levantado la mano. Tan sólo he intentado que pensase de forma distinta, y ahora tiene miedo. De pensar. Es mágico”.
Nación es una historia muy real, que a mi me ha parecido tremendamente triste, a pesar de que en más de una ocasión me arrancó una sonrisa. Una historia preciosa, escrita por un gran Maestro. Una vez más me ha cautivado el señor del Sombrero.
LO tengo para leer este mes juju ^^
ResponderEliminarA mi me ha gustado, además se lee muy rápido.
ResponderEliminarTiene muy buena pinta, pero empezare por otro de Pratchett que me han prestado, saludos!
ResponderEliminarSidel me dejaste en ascuas... ¿Cuál es el que vas a leer?
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