Esta misma noche comienza una de las fiestas de primavera más esperadas por estos lares, la Feria de Abril, macrobotellón bien visto que dura nada menos que toda una semana. Como buena “sevillana” no puedo dejar pasar la oportunidad para comentar el evento.
ADVERTENCIA, si eres un apasionado de la Feria y tu vida gira en torno a tu fiesta reina abstente de seguir leyendo.
Una vez aclarado esto prosigo con mi análisis.
Comenzaremos con un poco de historia, la primera vez que se celebró la feria fue en el año 1847, y lejos de ser el jolgorio que conocemos ahora era simplemente una feria de ganado donde ganaderos y agricultores se daban cita para exponer a concurso sus mejores reses. Y ¡HORROR! todavía en el año 2010 siguen montando a caballo por las calles del recinto con el peligro que eso conlleva. No es ningún secreto que los caballos traman algo gordo, tal vez estén planeando dominar el mundo, sólo hay que verles cuchicheándose cosas a las orejas y de la manera que nos miran, además siempre que pueden te pegan un pisotón o te dejan bien claro lo que opinan de ti con una buena boñiga. Pero eso no es lo peor, lo más terrible es que los jinetes se disfrazan para vestir a la última moda de hace dos siglos. Menos mal que las mujeres, al menos, tienen algo más de gusto y el corte de los trajes de flamenca ha ido variando, gracias al cielo. Rememorad esas películas de Marisol en las que lucía unos bonitos trajes de volantes, que le llegaban por la rodilla y que además tenían ¡¡un agujero en los sobacos!!
Todavía recuerdo aquel traje que tuve cuando niña color salmón, de lunares blancos, con encajes y pasa cintas, que pesaba unos 20 kilos, y con unas mangas tipo clavel más grandes que mi cabeza, que más que mona parecía un engendro tricéfalo con eso puesto. Para mejorarlo me plantaban una flor bien tiesa en lo alto de la coronilla con las horquillas tan apretadas que acababan por provocarme jaqueca. Por otro lado los trajes de flamenca siempre me han recordado a la vestimenta de los arlequines, supongo que será por la variedad cromática. Cuando veo un escaparate exponiendo la mercancía feriante no puedo evitar pensar: “Pero que guapas van a ir este año a la feria”.
Desde luego la feria cuando más se disfruta es de niño, más que nada porque te llevan a la Calle del Infierno a montarte en los cacharritos (no confundir con objetos muy pequeños, son atracciones sólo que aquí se les llama así). Además está lleno de animalitos, el gusano loco, el canguro, el ratón vacilón, los caballitos del tiovivo… Luego están esos pobres ponis con cara de amargados que se pasan horas atados a un eje fijo y dando vueltas a cambio de unas cuantas zanahorias. ¿Para qué ir al zoo cuando en la feria tienes tantos bichos juntos? Y si no estás satisfecho siempre puedes ir al circo a ver al ligre (híbrido entre león y tigre, o eso decía el cartel). Una de mis mejores ferias fue cuando cual Ash Ketchum me hice con una colección de Pokemon en las maquinitas de los ganchos. Cacé a Pikachu, a Charmander, a Bulbasaur, a Charizar… y algún que otro más que no recuerdo, ah y también cayó un Winnie the Pooh que extrañamente le encanta a mi gato Masacre.
La Feria de Abril; para unos tradición y para otros estancamiento cultural. Desde aquí propongo una Feria de Abril alternativa, porque no a todo el mundo nos gusta bailar sevillanas, y no hay cosa más desagradable que un tío con las manos a lo Playmovil intentando seguir los pasos, os lo digo yo, bueno sí, hay algo peor: un borracho con las manos a lo Playmovil intentando seguir los pasos y además cantando. Eso sí que es un despropósito.
Si puedo evitarlo, un año más, no pisaré la feria, aunque hay compromisos ineludibles así que si voy me veré obligada a beber rebujito para contrarrestar el mal trago.
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ADVERTENCIA, si eres un apasionado de la Feria y tu vida gira en torno a tu fiesta reina abstente de seguir leyendo.
Una vez aclarado esto prosigo con mi análisis.
Comenzaremos con un poco de historia, la primera vez que se celebró la feria fue en el año 1847, y lejos de ser el jolgorio que conocemos ahora era simplemente una feria de ganado donde ganaderos y agricultores se daban cita para exponer a concurso sus mejores reses. Y ¡HORROR! todavía en el año 2010 siguen montando a caballo por las calles del recinto con el peligro que eso conlleva. No es ningún secreto que los caballos traman algo gordo, tal vez estén planeando dominar el mundo, sólo hay que verles cuchicheándose cosas a las orejas y de la manera que nos miran, además siempre que pueden te pegan un pisotón o te dejan bien claro lo que opinan de ti con una buena boñiga. Pero eso no es lo peor, lo más terrible es que los jinetes se disfrazan para vestir a la última moda de hace dos siglos. Menos mal que las mujeres, al menos, tienen algo más de gusto y el corte de los trajes de flamenca ha ido variando, gracias al cielo. Rememorad esas películas de Marisol en las que lucía unos bonitos trajes de volantes, que le llegaban por la rodilla y que además tenían ¡¡un agujero en los sobacos!!
Todavía recuerdo aquel traje que tuve cuando niña color salmón, de lunares blancos, con encajes y pasa cintas, que pesaba unos 20 kilos, y con unas mangas tipo clavel más grandes que mi cabeza, que más que mona parecía un engendro tricéfalo con eso puesto. Para mejorarlo me plantaban una flor bien tiesa en lo alto de la coronilla con las horquillas tan apretadas que acababan por provocarme jaqueca. Por otro lado los trajes de flamenca siempre me han recordado a la vestimenta de los arlequines, supongo que será por la variedad cromática. Cuando veo un escaparate exponiendo la mercancía feriante no puedo evitar pensar: “Pero que guapas van a ir este año a la feria”.
Desde luego la feria cuando más se disfruta es de niño, más que nada porque te llevan a la Calle del Infierno a montarte en los cacharritos (no confundir con objetos muy pequeños, son atracciones sólo que aquí se les llama así). Además está lleno de animalitos, el gusano loco, el canguro, el ratón vacilón, los caballitos del tiovivo… Luego están esos pobres ponis con cara de amargados que se pasan horas atados a un eje fijo y dando vueltas a cambio de unas cuantas zanahorias. ¿Para qué ir al zoo cuando en la feria tienes tantos bichos juntos? Y si no estás satisfecho siempre puedes ir al circo a ver al ligre (híbrido entre león y tigre, o eso decía el cartel). Una de mis mejores ferias fue cuando cual Ash Ketchum me hice con una colección de Pokemon en las maquinitas de los ganchos. Cacé a Pikachu, a Charmander, a Bulbasaur, a Charizar… y algún que otro más que no recuerdo, ah y también cayó un Winnie the Pooh que extrañamente le encanta a mi gato Masacre.
La Feria de Abril; para unos tradición y para otros estancamiento cultural. Desde aquí propongo una Feria de Abril alternativa, porque no a todo el mundo nos gusta bailar sevillanas, y no hay cosa más desagradable que un tío con las manos a lo Playmovil intentando seguir los pasos, os lo digo yo, bueno sí, hay algo peor: un borracho con las manos a lo Playmovil intentando seguir los pasos y además cantando. Eso sí que es un despropósito.
Si puedo evitarlo, un año más, no pisaré la feria, aunque hay compromisos ineludibles así que si voy me veré obligada a beber rebujito para contrarrestar el mal trago.
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Yo no aguanto la feria. Y eso que la única que conozco es la de Marbella que comparada con la de Sevilla es eso que sueltan los caballos mientras hacen el planteamiento de estrategia para conquistar el mundo. Brinda por nosotros, tus seguidores, con el rebujito que sin duda funciona perfectamente (al menos para mí) para aguantar los altavoces a toda pastilla y gente más ciega que un gato de escayola dando el cante por ahí. Menos mal que es una semana...
ResponderEliminarMucho que contar, lo mismo con tanto rebujito hasta me pongo a cantar yo jajaja
ResponderEliminarSi puedo evitarlo no pisaré la Feria >.< prefiero la cervecita en el bar.
Si fuera de Sevilla evitaría la feria como si de la peste se tratase x_D. Partimos de la base que el flamenco y derivados no van nada de nada conmigo así que...
ResponderEliminarY tú di que sí, con rebujito algo de chispa ganará la cosa XDDDDDDDDDD.
Si voy haré como otros años, me compraré una botella de manzanilla y me iré a un parque a tomármela a gusto. O ya puestos mejor una litrona que la resaca no es tan mala XD
ResponderEliminarNo me gusta el flamenco así que... mal empezamos ^^ si luego le añadimos que huyo de las aglomeraciones, ya puedo decir que la Feria de Sevilla no será algo que visitaré ni este año, ni los venideros ;)
ResponderEliminarGracias por tu visita, Laura. Si llegas a leer "La sanguijuela de mi niña" no olvides pasarte y decirnos qué te ha parecido :)
Un saludo
Lludria, gracias a ti por pasarte por aquí ;) te contesté en tu blog.
ResponderEliminarUn beso.